martes, 11 de junio de 2019

Trabajar solo en escena


Pocas cosas son tan sencillas como llevar a cabo el acto teatral, solo hace falta un actor y dos espectadores y digo dos simplemente para que exista una multiplicación del sentimiento, a partir de aquí la creación se puede desbordar hasta llegar al mas grande espectáculo jamas soñado sobre un escenario y toda la tecnología y el dinero puesto al servicio de el show.
Yo no he llegado a ese super nivel al mas puro estilo americano, pero, si a un tipo de teatro donde casi no existe nada si no fuera por cuatro palos literalmente hablando y es en ese tipo de teatro donde mas cosas me han pasado. Llegamos a tal sencillez por la necesidad de seguir haciendo teatro con cero recursos económicos, llegamos a El Lazarillo con el mismo ingenio que Lázaro hizo un pequeño agujerito a la jarra de su amo ciego para seguir bebiendo vino, porque como se lee en el libro "Yo que estaba hecho al vino, yo es que moría por el" y del mismo modo que yo estoy hecho al teatro y que muero por él, llegamos a la sencillez con la ayuda y el atrevimiento que te da no tener nada mas que para comer y el ingenio de Lluis Elias.
El montaje se hace con la guitarra y la maestría de José Luis Montón que envuelve la palabra en una mágica atmosfera  pero he llegado a representar El Lazarillo yo solo.
Ahora con la distancia del tiempo, casi un año después y pasadas las noventa funciones puedo dar fe que el momento más oscuro y gélido de la noche da paso al amanecer, da paso a la luz.
Podemos decir, junto con Grotowski, que el acto total se trata de la existencia viva en su posibilidad de revelarse. El logro final se manifiesta cuando, en la representación, el actor logra una desnudez total, una exposición absoluta de su propia intimidad, donde todas sus potencias físicas y psicológicas se integran; es una entrega total, un auto sacrificio en que el actor se muestra en su totalidad y complejidad: una "transiluminación". Se trata de un actor santo en el sentido de que realiza un proceso de auto penetración y se muestra ante los otros tal cual es, provocándose y provocando a los otros a repetir el acto total, el acto de entrega, de sacrificio en la representación.
Al leer estas frases e idea de Grotowski alguien puede pensar que estamos ante una experiencia religiosa pero es que para el que lo ha experimentado sin duda lo es. Llegado a este punto, después de años de trabajo y perfeccionamiento en el actor solista, de interpretar varios personajes teniendo como ídolo a Dario Fo o a Rafael Álvarez El Brujo lo que mas deseo en mi vida teatral es trabajar solo en escena no ya por el placer que me causa cuando el instinto me lleva a captar la energía del público desencadenando una catarsis cómplice difícil de olvidar por ambas partes sino porque es tan difícil en esta sociedad formar una compañía entregada al teatro sobre todas las cosas. Es casi una utopía si no fuera porque lo vemos es compañías como Chapitó o La Zaranda que mientras llega o se le espera por favor. Dejarme solo.